por Gael Zamora Lacasta, Coordinadora del Departamento de Educación del Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente. Sara Ledoux Caballero y Ana Rodríguez Hernández, Educadoras.
El Departamento de Educación del Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente de Segovia no es un edificio nuevo de esos que una sueña, diseña, construye y por fin habita. Es más una de esas casas que se heredan a medio construir y que hay que rehabilitar y ampliar a base de añadidos cuando ya te has mudado. Aunque la identidad del Departamento está muy definida, la sobrecarga de trabajo, los horarios mínimos y las competencias infinitas, hacen que nuestra labor tenga mucho que ver con el crecimiento orgánico, la acción y –de manera marginal- la reflexión. Reflexión que surge a borbotones mientras diseñamos un cartel, programamos al vuelo y evaluamos a la vez que plegamos las mesas del taller. Por eso, cuando pensamos en escribir este texto lo valoramos como espacio para el análisis. Esta idea nos conectó inmediatamente con una experiencia que, desde hace tres años, llevamos a cabo con alumnos de Magisterio y que nos sirve como herramienta de autoevaluación.
Cada año en torno a 350 alumnos de las Facultades de Educación de la Universidad de Valladolid, Universidad Complutense y Autónoma de Madrid participan en una o varias sesiones pensadas para futuros maestros. Los alumnos realizan una visita-taller en la que, además, deben ponerse en el lugar de los niños y analizar su papel como educadores. Como complemento a la propuesta les ofrecemos la posibilidad de hacer sesiones de observación con grupos de Educación Infantil y Primaria y les remitimos al blog de propuestas educativas del museo LA MEMORIA EN LA MIRADA como posible banco de recursos.
Nuestra experiencia (cruzamos los dedos para que no sea una realidad extensa) nos habla de futuros docentes que no visitan museos, desconocen muchas cosas sobre educación (no sólo la artística) y están muy alejados del mundo de los niños. Futuros maestros que mayoritariamente hablan de la escuela que ellos conocieron de pequeños y atesoran no pocos prejuicios en torno a la infancia y al arte. Con este marco, no tratamos de que se asomen a innovadoras líneas de la didáctica del arte sino que les proponemos cumplir tres sencillos objetivos:
- Conocer el museo y el arte contemporáneo como recurso educativo.
- Vivenciar una propuesta pensada para niños de Educación Infantil o Primaria.
- Analizar los recursos, intereses, roles y estrategias desde el punto de vista de futuros docentes.
Aunque el proceso con los grupos de Magisterio viene marcado por el recorrido y la flexibilidad de las dinámicas recogeremos aquí, de forma lineal, algunas de las ideas que trabajamos al margen de la temática de la exposición.
LA CONCEPCIÓN GLOBAL DE LA EDUCACIÓN
El museo es un lugar de encuentro, disfrute y aprendizaje. Como debería ocurrir en el aula, aquí no aprendemos sólo sobre arte o plástica sino también sobre lenguaje, matemáticas, ciencias, expresión corporal, idiomas, normas, actitudes, valores…
Para ello, hay que tener en cuenta las posibilidades que ofrece una exposición pero, sobre todo, los intereses y curiosidades que surgen. Flexibilizar la propuesta hasta tal punto de dedicar casi tanto tiempo a una puerta automática como a un cuadro, se convierte en esencial si hablamos de aprendizaje significativo.
LA EXPOSICIÓN TOTAL Y EL NÚMERO DE OBRAS
Los museos son lugares fascinantes pero didácticamente inabarcables. Es importante tomar conciencia de que una visita es sólo un principio, un hilo del que tirar, una invitación a volver y compartir con otros lo aprendido o a descubrir lo no visto.

En el museo disfrutamos de la obra como un acontecimiento
En una visita con niños el número de obras con las que trabajar debe ser muy reducido, no sólo por cuestiones de atención, sino por el disfrute que supone tomarse un tiempo para trabajar en profundidad. Pero reducido no es sinónimo de rígido. Por eso, debemos saber renunciar a esa obra que nos resulta tan interesante a cambio de ver aquella de la que un grupo se queda prendado.
Por otra parte, centrarse en pocas obras no es incompatible con recorrer las salas, observar el montaje, establecer relaciones entre artistas… descubrir, en fin, en qué consiste disfrutar de una exposición.
LA VISITA Y EL TALLER
El taller no es un complemento de la visita, no está pensado para que los niños se diviertan o se lleven un recuerdo hecho por ellos mismos.
Recorrido y taller son un todo y deben ser programados con el mismo rigor y por las mismas personas que lo llevarán a cabo. Personas que durante una hora y media conducirán un proceso complejo que pone en relación lo que los niños (y los artistas) hacen, piensan, conocen y discuten.
Dentro de esta lógica entendemos que el orden de la visita y el taller es intercambiable. Está muy extendida la idea de que empezar viendo las obras proporciona herramientas para la creación. Estamos de acuerdo; de la misma manera que creemos que puede limitarla al uso de modelos y desde luego que nada resulta tan motivador para un niño como reconocer en la exposición algo como lo que ha hecho en el taller. Así pues las fortalezas de empezar por una u otra son a la vez las debilidades.
EL LENGUAJE
El lenguaje verbal es un vehículo de aprendizaje que ha de ser cuidado.
Es cierto que las palabras deben ser accesibles pero no por ello dejar de ser precisas. Los cuadros de manchas se llaman abstractos y al arte de los últimos 100 años es arte contemporáneo, nos sentamos en el suelo en semicírculo, reconocemos el estilo de un artista… y ningún niño rechaza esos términos igual que ninguno los asume sin una explicación adecuada a cada edad.
Junto al lenguaje verbal hay que prestar atención al tono, el ritmo, los gestos, la actitud al sentarse ante o dentro del grupo, los silencios… todo un conjunto de elementos que configura un clima y dinamiza una propuesta.
EL HILO CONDUCTOR
Nuestra realidad de museo pequeño en una ciudad pequeña no sólo habla de limitaciones sino que tiene algunos elementos muy positivos desde el punto de vista didáctico. La mayoría de ellos están relacionados con la accesibilidad y con el carácter de la institución, que no sólo alberga la obra de Esteban Vicente sino que ofrece exposiciones temporales y todo tipo de actividades en torno a ellas.
Los niños de un mismo colegio visitan el museo cada curso, en ocasiones varias veces en un año. Con sus familias, maestros y compañeros, compartimos además lugares de encuentro fuera del museo. Esto hace que podamos establecer relaciones duraderas que nos permiten verles crecer y trazar líneas en el tiempo.
Relacionar exposiciones pasadas y futuras con aquella que estamos trabajando nos ayuda a abordar cuestiones conceptuales y emocionales. Estas redes de ideas, imágenes y artistas están presentes también en el desarrollo de una visita y un taller en forma de hilo conductor, nexos para pasar de una obra a otra, relaciones entre los trabajos del taller, etc.
RECURSOS QUE ENCANDILAN
Un educador no debe perder de vista aquellas herramientas que seducen a un grupo de niños, tengan la edad que tengan y vengan de donde vengan.
La conexión con lo cotidiano y el descubrimiento de lo extraordinario. La magia de la narración, la gestualidad y el silencio. Los temas “tabú” como la muerte o el dolor. El cambio de rol que permite al niño contar, descubrir y cuestionar. Cualquiera de estos recursos son muy valiosos a la hora motivar, de captar y mantener una atención y participación imprescindible para construir aprendizaje.
LA VALORACIÓN
Si sostenemos la idea de que los cánones de belleza son relativos y cambiantes o de que la creatividad en ocasiones se sale de la norma… ¿cómo es posible oír a menudo a maestros haciendo juicios en torno a lo bonito que es un dibujo o lo mal hecho que está otro?
No hay idea mala, no hay trabajo feo, todo puede tener un interés. Por eso para comentar ideas frente a una obra o los resultados de un taller recomendamos recoger todas las aportaciones y hacer hincapié en los elementos positivos.
Pero esto no significa que todo vale sino que todo cabe. Creemos que no hay que evitar la crítica, ni las observaciones que dejan en evidencia cuándo no se cumple una pauta o no se consigue un objetivo, buscando entre todos opciones que podrían solucionar la situación.
En una puesta en común tras un taller podemos abordar las mismas cuestiones que frente a la obra de un artista: tema, composición, color, emoción, huellas del proceso, expresión corporal, relaciones entre personajes, planos de profundidad… Nos parece interesante relacionar las obras de los alumnos entre sí y con aquellas que hemos visto -o veremos- en la exposición, trabajar con la lectura de imágenes y la interpretación.
RECURSOS DE SALA, MATERIALES DE TALLER
Las láminas de apoyo, textos, utensilios, recursos para manipular, etc., dinamizan una visita, trazan líneas más allá del museo, permiten ampliar contenidos y son motivadores. Pero no hay que perder de vista que son materiales de apoyo y no deben rivalizar con las obras de arte.
De la misma manera los materiales del taller deben ser sugerentes pero no abrumar. En nuestro caso son muy sencillos por dos razones: las limitaciones (un presupuesto y un espacio de almacenaje muy reducido, junto a un taller que se monta y desmonta en una capilla del S. XVI) y nuestro planteamiento educativo (las propuestas deben ser accesibles para todos).
LAS PAUTAS
Una aplastante mayoría de alumnos de Magisterio con los que hemos trabajado sostiene que el uso de las pautas en la plástica limita la creatividad y debe evitarse a toda costa. Esos mismos alumnos se pasan el taller pidiendo ideas y preguntando si pueden hacer esto o aquello.

En el museo elaboramos nuevos significados
Muchos adultos y una buena parte de los niños se bloquean ante una propuesta de dibujo “libre” y la resuelven con aquello que han dibujado muchas veces y les hace sentirse seguros. De la nada afloran casas, árboles, flores, soles sonrientes, personajes con los brazos y las piernas muy tiesas… y poco más.
¿Pero qué ocurre si introducimos una pauta que rompa ese bloqueo? Puede ser algo tan sencillo como “dibuja algo rojo” (o muy largo, algo nervioso, algo que sólo ocupe una esquina del papel, algo con los ojos cerrados…) y enseguida la mano y la mente producen imágenes mucho más interesantes y más libres.
Por esta razón solemos trabajar con la idea de encargo. Pedimos a los niños que hagan una escultura que debe mantener equilibrio, partan de un fragmento para reinventar una escena, produzcan una imagen donde esté ocurriendo algo, creen un collage con una sola gama de color… limitaciones que les invitan a probar cosas que no harían de forma espontánea.
HERRAMIENTAS PARA LA AUTONOMÍA
Una de las conquistas que más valoramos es la autonomía (de acción, de pensamiento, de palabra…) Para generar personas autónomas ante una obra de arte o ante un momento de creación debemos empezar por trabajar otras rutinas. Aprender entre iguales, buscar soluciones a un problema sin que nadie te facilite la respuesta y contar con un educador que estimula, recoge ideas, orienta, invita… pero no interviene, parecen cuestiones claras pero no se encuentran a menudo.
Nuestras propuestas están cargadas de pequeñas provocaciones, dificultades y retos que superar, pero siempre en un marco de respeto y confianza que nos asegura la participación de todos.
Asimismo nos parece interesante promover una autonomía en la gestión del tiempo, los espacios y los materiales.

En el museo nos abrimos a otras posibilidades
Nos resulta esencial el trabajo en torno a la capacidad de frustración. En nuestras propuestas los tiempos son limitados, las normas son para todos, la escucha y la espera son un valor, trabajamos por encargo y muchas veces realizamos obras efímeras y colectivas que no se llevan a casa.
EL ROL DEL MAESTRO QUE VIENE AL MUSEO CON SUS ALUMNOS
Consideramos que participar en una propuesta educativa en el Museo es una oportunidad para observar a los niños desde fuera, sus relaciones, sus intereses, sus comportamientos ante otra persona y en un contexto no escolar…
Es también una oportunidad para integrarse como un alumno más y participar en la actividad, estrechar lazos, experimentar procesos… o para trabajar en tamdem con el educador del museo y ampliar información o flexibilizar propuestas.
Proporciona además hilos de los que tirar, nuevos contenidos para trabajar en el aula, creaciones que exponer…
Por todas estas razones, y por una cuestión de responsabilidad, los docentes que acompañan a un grupo no deben ausentarse de la actividad sino participar activamente en ella.

En el museo nos dejamos llevar por la acción
En el museo esperamos de los niños de Educación Infantil y Primaria que conjuguen algunos verbos: contemplar, sorprenderse, participar del acontecimiento, explorar con los sentidos, tomarse un tiempo para observar, relacionar ideas y organizar la información, imaginar, explorar los materiales y sus posibilidades, reflexionar y planificar, plantearse retos y dificultades, tomar decisiones, establecer colaboraciones, valorar los procesos y los resultados, hacer pequeños y grandes descubrimientos, divertirse y sentirse fascinados.
En el museo esperamos de los futuros docentes, no sólo que conjuguen los mismos verbos, sino que quieran compartirlos con sus alumnos.